villanos
Porque la vida sin nosotros no sabe tanto
25 octubre 2014
Un final
Me sitúas frente al espejo y me preguntas "¿qué ves?" No respondo. "Alguien que no es feliz", dices. "No es cierto", contesto, "no veo eso". "¿Estás seguro?", "sí". "¿Qué ves?", repites. Pienso que quiero responderte "veo a una persona satisfecha" y la busco en el espejo, pero antes de poder hallarla me das la espalda y te marchas diciendo "una persona que no es feliz".
21 octubre 2014
En el día del juicio final
Dos rubias oxigenadas pasean a sendos perrillos simétricos. Los perros se ladran, las rubias se desprecian y de lo más profundo de sus lúbricos coños se desprende una gota de esencia que flota, libre de gravedad, en el panteón de los justos.
17 octubre 2014
El vestuario en tiempos de instituto
Contribución de los vestuarios de las clases de educación física al desarrollo personal. Casos.
- Allí vi el primer pene velludo de mi vida. Un compañero, físicamente avezado, gustaba de ducharse y pasearse desnudo por los vestuarios, con aquel monstruo balanceándose entre sus musculosas piernas. Yo reprimía mis instintos de mirar aquello, pero resultaba imposible sustrarse a su magnetismo. En aquel lugar descubrí pulsiones que nunca hubiera creído que podía contener mi yo.
- A mí siempre me parecieron una imposición. Por supuesto que no me duchaba ni me cambiaba de ropa. Llegaba vestido de casa con el chandal y me volvía tal cual, sudado y apestando. Lo mismo que la mayoría de compañeros. La clase posterior a la de gimnasia era tremenda, el vapor dulzón condensado en el aula y el viejo profesor de filosofía luchando por dominar una erección.
- La mayoría de nosotras ya estábamos desarrolladas y nos gustaba comparar nuestros cuerpos. Las gordas y las planas no participaban, pero yo sí. Me encantaba mostrar mis pechos perfectos y ver los de mis amigas. También hablábamos de chicos.
- Yo tenía un cuerpo trabajadísimo, la envidia de todos los chicos de mi clase y el sueño de todas las chicas. Y de los maricas. Pasaba toda la semana esperando a las clases de gimnasia, para entregarme al hedonismo de desnudarme muy despacio, dejando progresivamente áreas de mi cuerpo a la vista y comprobar cómo mis compañeros me miraban. Como fin de fiesta, siempre les ofrecía un recital de pornografía casera.
- Me avergonzaba de mis genitales. Nunca permití que nadie me los viera y cierta vez que me obligaron a ducharme lo hice con bañador, alegando que me lo había anundado tan fuerte que no me lo podía quitar. Lo cual era cierto. Luego me tuve que vestir con el pantalón sobre el bañador húmedo. Esa tarde lloré en casa.
- Una compañera de clase me comió el coño en las duchas.
- Deberían de estar prohibidos. Me arruinaron la adolescencia. Me volví introvertido y rechacé el sexo para el resto de mi vida. Exijo que el sistema me lo compense.
- Allí vi el primer pene velludo de mi vida. Un compañero, físicamente avezado, gustaba de ducharse y pasearse desnudo por los vestuarios, con aquel monstruo balanceándose entre sus musculosas piernas. Yo reprimía mis instintos de mirar aquello, pero resultaba imposible sustrarse a su magnetismo. En aquel lugar descubrí pulsiones que nunca hubiera creído que podía contener mi yo.
- A mí siempre me parecieron una imposición. Por supuesto que no me duchaba ni me cambiaba de ropa. Llegaba vestido de casa con el chandal y me volvía tal cual, sudado y apestando. Lo mismo que la mayoría de compañeros. La clase posterior a la de gimnasia era tremenda, el vapor dulzón condensado en el aula y el viejo profesor de filosofía luchando por dominar una erección.
- La mayoría de nosotras ya estábamos desarrolladas y nos gustaba comparar nuestros cuerpos. Las gordas y las planas no participaban, pero yo sí. Me encantaba mostrar mis pechos perfectos y ver los de mis amigas. También hablábamos de chicos.
- Yo tenía un cuerpo trabajadísimo, la envidia de todos los chicos de mi clase y el sueño de todas las chicas. Y de los maricas. Pasaba toda la semana esperando a las clases de gimnasia, para entregarme al hedonismo de desnudarme muy despacio, dejando progresivamente áreas de mi cuerpo a la vista y comprobar cómo mis compañeros me miraban. Como fin de fiesta, siempre les ofrecía un recital de pornografía casera.
- Me avergonzaba de mis genitales. Nunca permití que nadie me los viera y cierta vez que me obligaron a ducharme lo hice con bañador, alegando que me lo había anundado tan fuerte que no me lo podía quitar. Lo cual era cierto. Luego me tuve que vestir con el pantalón sobre el bañador húmedo. Esa tarde lloré en casa.
- Una compañera de clase me comió el coño en las duchas.
- Deberían de estar prohibidos. Me arruinaron la adolescencia. Me volví introvertido y rechacé el sexo para el resto de mi vida. Exijo que el sistema me lo compense.
13 octubre 2014
Anuncios por palabras
Busco mujer que me coma el orégano viril. Yo de Buitrago, buena presencia.
El suelo cubierto de pelusa genital. Ahora: Aspiradora para coitos con humanos velludos.
Llego a casa del trabajo y lo primero que hago es defecar. ¿Te parece mal? ¿No quieres que mi ano dé a luz el producto de mi digestión? Ya no te amo, Eloisa.
Caballero, ¿cómo se llama el man que lo ha besado más rico? Negociemos, yo lo mejoro.
El suelo cubierto de pelusa genital. Ahora: Aspiradora para coitos con humanos velludos.
Llego a casa del trabajo y lo primero que hago es defecar. ¿Te parece mal? ¿No quieres que mi ano dé a luz el producto de mi digestión? Ya no te amo, Eloisa.
Caballero, ¿cómo se llama el man que lo ha besado más rico? Negociemos, yo lo mejoro.
11 octubre 2014
El abrazo frontal con la mujer desnuda
Amiga, me está acuciando la necesidad de sobarte los melones. Con permiso. Tengo las manos calientes. ¿A qué esperas? No llores. Por favor, quítate la blusa. Exhíbelos. Tus melones al viento. Mis yemas rozándolos. Tú enhiesta, llorando yo.
08 octubre 2014
Proyecto
El cinematográfico gesto de erotizar con una cereza. Los labios carnosos que la acarician, la boca húmeda que la deja resbalar fuera de sí. Los dientes, la lengua, el juego. La boca fresca, el fruto vivo. Atractor lujurioso de la mirada, la cereza. Redonda, brillante y grana.
Versionar el clásico de manera grotesca. Mancillarlo. Sacarse una cereza del coño.
Versionar el clásico de manera grotesca. Mancillarlo. Sacarse una cereza del coño.
02 octubre 2014
El día que acaba
El orín cristalizado de la semana laboral sobre la porcelana blanca de los inodoros de la oficina. Manchas deshidratadas que fueron gotas y ahora sólo eflorescencias pegajosas a las que se adhieren los vellos desprendidos de nuestros pubis.
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