30 mayo 2014

Fidelidad

Toda la vida me he mantenido fiel a la novia de mi mejor amigo y jamás he pensado, mientras me ordeñaba, en otra mujer.

23 mayo 2014

En metro

Ya la tengo localizada en el interior atestado del vagón, sin poder acercarme. Me apeo en su parada, que no es la mía, y adelantando pasajeros inicio la aproximación. Me sitúo detrás de ella en la cola para tomar la escalera mecánica y, cuando llega mi turno, dejo pasar un escalón entre ambos para admirar su belleza sobre el podio de los dos peldaños. Flexiono una pierna hacia detrás y desanudo la lazada del zapato tirando con disimulo del extremo del cordón. Finjo sorpresa cuando lo encuentro suelto y me apresuro a atarlo, colocando el pie en el escalón libre. Me reclino hacia el zapato, acerco la nariz a su tesoro y aspiro el vapor denso que flota en el umbral. Mientras manipulo lentamente los cordones mantengo la cabeza a medio camino, las fosas nasales alzadas, el rostro irradiado por su calor. Sólo vuelvo a incorporarme cuando la intuición me avisa de que nuestros acompañantes de la escalera empiezan a inquietarse por mi iniciativa. Al desembarcar en el pasillo tengo que ocuparme de ocultar bajo la gabardina el salpicón de semen que aflora y se expande, empapando ostensiblemente los pantalones.

07 mayo 2014

Hablamos de

Ese niño mariquita -que todavía no es homosexual-, que en lugar de hacer las cosas propias de su sexo -dar patadas a un balón, ahogar gatitos en el río- se junta con las niñas a cotillear de muñecas. Ese niño afeminado que no se ha planteado el sexo, pero que si lo hiciera preferiría el trasiego físico con la hembra -no otra cosa busca de forma inconsciente en su aproximación a lo vaginal-. Pero ese niño mariquita, cuando a las chicas les empieza a hervir lo femenino y a él todavía le quedan años para que brote el primer pelo, se radicaliza por no quedar atrás en las nuevas conversaciones sobre Hombres. Y quiere opinar de lo que a ellas les excita y se sugestiona tanto que -sin planteárselo- se dice por aquello excitado. Ese jovencito mariquita -ya arrinconado, perdido para la causa varonil- que descubre que su única vía de escape es afectar la pluma y convertirse en el escandoloso acompañante de sus amigas, ya mujeres, que de verdad disfrutan del sexo denso, cargado de tensión que les propinan los hombres. Mientras el joven, devenido en carne de consumo donde se desfogan hombres que devoran hombres, no sabe si aquello que le arranca lágrimas por su brutalidad también le gusta. Si es lo que quiere, si es lo que hubiese elegido de no haber mediado la tremenda amenaza, la peor de todas, de quedarse solo.

Por eso lo hice, amigas.

01 mayo 2014

Hablar de dolor

Hablemos de los terrones colgados del orto. Arrancarlos y, al final, la sangre. Hablo del matojo. Una mujer con pelo ahí abajo merece todo mi respeto y admiración. Y mi esperma.
Hablemos de los terrores colgados del orto. Hablemos de este castigo diario. De los monstruos. Callemos.