19 junio 2014

Vicios

Me excita fuera de lo normal una mujer meando. Meando de pie, desnuda, mientras camina. El orín saliendo fuerte en un chorro aplanado entre los labios, restallando contra el suelo de cemento liso, levantando polvo, salpicando caliente sus piernas y las mías, porque estoy cerca, también desnudo, viviéndolo. El sonido de la presión de la descarga, ese chiflido hidráulico, rumor de remolino en la entrada de su cueva. El caudal desflecado por el verdín de los pelos, resbalando por los muslos, goteando. La mujer meando, la fuente de donde mana el nectar de mi vida.

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