27 septiembre 2014
Nos miramos las vaginas recíprocamente
Quedamos en mi casa después del instituto y antes de que lleguen mis padres. Subimos a mi habitación y hablamos. Fumamos. Nos quitamos la camiseta y nos enseñamos el sujetador. Comparamos tetas. Nos curioseamos recíprocamente las vaginas y cada una mete los dedos dentro de la suya propia. Nos miramos mientras nos masturbamos. Sonreímos. Ella tiene un orgasmo y yo tardo aún un poco hasta que me corro. Se ríe, me río. Fumamos. Llegan mis padres y merendamos. Vemos la televisión. Hacemos los deberes. La acompaño al autobús y fumamos por el camino. Hablo por el móvil. Me ducho. Me masturbo mientras me seco. Ceno. Veo la televisión. Me acuesto.
23 septiembre 2014
La maldición de las tetas perfectas
El sujetador como tirano y homogeneizador de la teta. La diversidad rendida y esclava de tal prenda. Cuáles son las tetas perfectas. No existen. Cómo son. No son. Pueden ser grandes, pequeñas, picudas, redondas, respingonas, colgantes, juntas, separadas, paralelas, convergentes, divergentes, bizcas, morenas, claras, mullidas y toda la lista de adjetivos del idioma español y de los demás, porque las tetas son internacionales. Cualquier combinación hace unas tetas, y unas tetas siempre son perfectas. Por imperativo categórico, por definición, por mi madre. Entonces, ¿de dónde nos ha venido lo de castrar la teta?, ¿por qué en la calle todas las tetas son iguales?, ¿estamos ante la globalización de la teta? Se trata, desde luego, de la teta impersonal. Una teta que pasa de ser atributo a factor común. Que no interesa. Libertad, variedad y generosidad. Enseñadme vuestras tetas. Compartidlas.
18 septiembre 2014
El dilema
Ha llegado el momento de compartir una inquietud que me viene perturbando desde lejos respecto a los aseos de la oficina, las deposiciones en los mismos y las humanas intrigas que lo envuelven.
El aseo de mi oficina es mixto y está por lo regular limpio, a pesar del tráfico que soporta. Somos gente civilizada. Pero de la excepción surge el conflicto. El drama que me he encontrado, irresoluble desde la razón, es el siguiente:
El aseo de mi oficina es mixto y está por lo regular limpio, a pesar del tráfico que soporta. Somos gente civilizada. Pero de la excepción surge el conflicto. El drama que me he encontrado, irresoluble desde la razón, es el siguiente:
Acudo a media mañana a vaciarme y encuentro, en el fondo blanco del inodoro, el rastro oscuro de una oscura pasión. Pegado. Desafiante. Mirándome a los ojos. Alguien depuso y no retiró apropiadamente lo suyo, lo adherido... Seamos justos, no se trata de haberse dejado toda la carga olvidada, esperando a la corriente redentora que la lleve al cielo de las evacuaciones. Hablamos apenas de un vestigio, de una marca envileciendo la porcelana.
Una pincelada de ponzoña en el lecho.
Y el dilema que entraña, ¿encargarse de ella? La respuesta no es evidente si se contempla la pirueta metarrelacional de apropiación: Me niego a limpiar el poso de un incívico, la materia que otro ano ha bombeado, producto del interior corrupto de un cuerpo ajeno; pero si la dejo, se convertirá en mía a los ojos de quien venga detrás. ¿Arranco la hez a escobillazos o permito que mi reputación se tambalee? ¿Soy alguien que abandona sus desechos untados sobre blanco? ¿Deseo adjudicarme la deyección de otro, me proclamo su autor?
Mientras tanto, la mujer más bella de la oficina espera a que el aseo quede libre.
16 septiembre 2014
Vestigios de civilizaciones pasadas
Perdí la virginidad con la televisión puesta, lo que es suficiente para definir a un hombre. El programa no lo recuerdo, pero su sonido de fondo acompañó aquel acto imperfecto sobre el sofá, nuestros cuerpos desnudos bañados por la luz catódica del tubo. Fue el último brillo en mi vida, desde entonces instalada en el centro geométrico de la mediocridad. Aquel aparato me lo dió todo, pero sólo una vez. Hoy camino desposeído, deshumanizado, de sofá en sofá, sin hallar otra cosa que ruinas. Abúlicos propósitos, pujantes despropósitos. Y la televisión siempre de fondo.
13 septiembre 2014
Historias de tristeza
Historias de plumas que escriben con tinta del color que no es el que rellena el cartucho con el que están alimentadas. Historias de fracaso. De rabia. De decepción.
09 septiembre 2014
Claudicar
Una avispa picando a una anciana puede hacer el mundo mucho peor.
Aunque no haya consecuencias aparentes más allá del enrojecimiento y el dolor moderado. Aunque sólo se trate de la anécdota del día. A pesar, en fin, del silencio y la intrascendencia de todo.
Pero, ¿nadie contempla la angustia del espectador?
Y los movimientos tan lentos, blandos e improductivos contra el ataque. Todo impotencia. Las murallas arruinadas. Presente constante en fuga. Invocación involuntaria del final.
La vida te lleva ya tanta ventaja que es imposible volverla a alcanzar.
Aunque no haya consecuencias aparentes más allá del enrojecimiento y el dolor moderado. Aunque sólo se trate de la anécdota del día. A pesar, en fin, del silencio y la intrascendencia de todo.
Pero, ¿nadie contempla la angustia del espectador?
La vida te lleva ya tanta ventaja que es imposible volverla a alcanzar.
04 septiembre 2014
Cita puntual
El orín central de la jornada. Levantarte de tu puesto y avanzar por el pasillo de la oficina pensando: lo voy a echar, me ha llegado el turno. No dejar de anticipar durante todo el camino el espectáculo de tu contenido saliendo expelido del cuerpo. Hidráulica elemental. Dedicarles a los compañeros, delante de sus ordenadores, la mirada franca pero condescendiente de quien va a purgarse. Llegar por fin al vestíbulo y entrar en los aseos. Aliviarte. Y dejar en el fondo del inodoro de la oficina tu fluido meloso, para que lo disfrute el siguiente.
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