29 septiembre 2013
El tiempo perdido
No paro de leer libros y ver películas de críos que se drogan y follan. Mi psicóloga dice que quiero recuperar la adolescencia.
27 septiembre 2013
Infusión
Cojo una cucharada de té y soplo un rato hasta que se enfría. Veo mi cara invertida en el fondo de la cucharilla. Lo pruebo y añado más azúcar.
Luego aprieto muy fuerte el vaso hasta que hago saltar el vidrio. Me corto dos dedos y la palma de la mano. El corte es muy profundo y sangro mucho. Duele. También he manchado el suelo de la cocina con té oscuro, sangre y trozos de vidrio. Me mareo.
En mi móvil no paran de sonar notificaciones de mensajes de whatssap. Una amiga acaba de tener un hijo, ha creado un grupo con todos sus conocidos y está distribuyendo fotos del bebé. Todos la felicitan.
Yo no llegaré a conocer a ese niño.
Luego aprieto muy fuerte el vaso hasta que hago saltar el vidrio. Me corto dos dedos y la palma de la mano. El corte es muy profundo y sangro mucho. Duele. También he manchado el suelo de la cocina con té oscuro, sangre y trozos de vidrio. Me mareo.
En mi móvil no paran de sonar notificaciones de mensajes de whatssap. Una amiga acaba de tener un hijo, ha creado un grupo con todos sus conocidos y está distribuyendo fotos del bebé. Todos la felicitan.
Yo no llegaré a conocer a ese niño.
24 septiembre 2013
El batería de U2
A veces me da por pensar en el cuarto de U2, ese del que nunca nadie recuerda su nombre... el que no es Bono, ni The Edge, ni el bajista que faltó a un concierto. El otro. Ese. Pues me da por pensar que ha consagrado su vida a los Sudokus. Pero no a resolverlos —como todos los cretinos que van en el metro concentrados en su librito de sudokus, pensando que están haciendo algo bueno por su cerebro, que están alejando una enfermedad neurodegenerativa— sino a crearlos. Se ha pasado la vida construyendo los puzles para que luego otros los resuelvan. El tío no se ha enterado de que existen algoritmos informáticos que los diseñan y mediante los que se puede incluso definir su grado de dificultad. El cuarto de U2 se pasa las tardes encerrado en su habitación, colocando números y luego quitándolos progresivamente para que el sistema siga siendo compatible. Y se entusiasma cuando consigue uno difícil.
Y está tan metido en su hobby, tan imbuido, que a veces se le nubla un poco la razón e incurre en situaciones grotescas, como la vez en que fue a ver a Bono llevándole el que, según él, era el sudoku perfecto. El tipo estaba empeñado en que tenían que hacer una canción con aquello y a Bono le daba un poco de apuro decirle la verdad, que la idea era una completa estupidez, así que cometió el error de intentar justificar su negativa apelando a razones primero artísticas y después comerciales, cuando la cosa empezó ya a escapársele de las manos. Pero el cuarto de U2 entendía que en el sudoku convergían por un lado experiencias electrónicas como las que estaban explorando para su nuevo álbum y por otro un cierto clasicismo. Dijo que era un guiño a los fans históricos de la banda y que ellos sabrían entender el arcano que les proponía con este ejercicio de metalenguaje. Trató de convencer a Bono de que era apropiado para meterlo como extra en el disco que estaban trabajando en aquel momento, que terminó llamándose Pop.
Tras su fracaso, entró en una fase nihilista que ha influido en sus sudokus. Su planteamiento más cínico de la vida ha hecho que desde entonces desarrolle un nuevo tipo de rompecabezas mucho más críptico, en los que ha introducido nuevas variables como combinaciones de letras con números o incluso símbolos inspirados directamente en los jeroglíficos egipcios, mediante los cuales construye mensajes en clave sobre advenimientos trascendentales para la humanidad o simplemente anunciando las fechas de sus nuevas giras. Repetidas veces ha intentado, sin éxito, acreditar sus variantes en un apartado de la entrada 'Sudoku' de la wikipedia. Y hasta hace apenas unas semanas publicaba sus desafíos en una página web anónima —que lamentablemente se encuentra en este momento inaccesible— desde la que entablaba conversaciones alucinantes con los anónimos, en los comentarios de la misma. Allí se mostraba convencido de que el futuro de la música está completamente vinculado al desarrollo de la teoría de grupos del álgebra abstracta.
22 septiembre 2013
Así lo hago yo
Coloco los pies paralelos, cuidándome de que ocupen
homogéneamente su baldosa respectiva y sin rebasar sus límites. Las piernas han
de quedar en posición vertical hasta las rodillas, donde se doblan en ángulo
recto, alineadas con el asiento. Sobre ellas dejo descansar los codos de manera
que los brazos converjan ligeramente, con calculada simetría, hacia las palmas
abiertas y enfrentadas de las manos, en las que apoyo las mejillas. Con los
ojos cerrados y el gesto concentrado voy bombeando excrementos fuera del
cuerpo. Es imperativo que caigan en el centro del sumidero, donde se sumergen
sin salpicar apenas. El proceso debe durar lo justo. No me gusta prolongarlo.
(La posterior limpieza del ano es una tarea
que, por prolija, se haría demasiado larga de describir aquí.)
20 septiembre 2013
Por qué hacerlo
A veces me pregunto qué sentido tienen algunos de nuestros actos cotidianos. Pero no actos trascendentales, no. Cotidianos e incluso contingentes. El tipo de cosas que hacemos sin pensar, simplemente por inercia. Y tampoco me refiero a rutinas interiorizadas hasta los genes. Hablo de actos cuya consecuencia lógica sería el resultado de una pequeña reflexión. Reflexión que esquivamos para ir directamente al objetivo. El término 'esquivar' no lo expresa adecuadamente, pues no hay una resolución firme por evitar, sino que nadie cae en la cuenta de que habría que plantearse la reflexión.
Un ejemplo. He dedicado esta mañana más de media hora a preparar un correo electrónico de reivindicación política -pero política de taberna- en torno a un agravio que padezco, ocasionado, de forma objetiva, por la incompetencia política municipal. Me he esforzado por redactarlo mordazmente, he recopilado datos para documentarlo y he buscado enlaces con más información que sustentaban mis tesis, con ánimo de incorporarlos al envío. Los destinatarios eran los miembros del grupo de amigos con el que mantengo la citada tertulia de política tabernera. Tertulia en la que todos, por cierto, coincidimos en los argumentos y que se reduce a apostillar comentarios en el mismo sentido y a encorajinarnos todos juntos.
Pues bien, tras la cuidadosa preparación del envío y cuando ya me deleitaba sobre sus líneas, repasando mi certera crítica, he dudado si debía enviarlo. No por su contenido, no por la recepción del mismo entre mis amigos, en ambos casos de resultado muy satisfactorio, sino por el propio sentido del acto. Y no he conseguido explicarme el objetivo de todo aquello, el valor de enviar este correo, qué podía aportarnos. Ni cuál era el significado de este episodio que iba a poner en acción a varias personas, emisor y receptores, a una tecnología de transferencia, a un sistema de valores culturales y otras variables que no siquiera era ni soy capaz de concebir. De manera que no lo he enviado.
Un ejemplo. He dedicado esta mañana más de media hora a preparar un correo electrónico de reivindicación política -pero política de taberna- en torno a un agravio que padezco, ocasionado, de forma objetiva, por la incompetencia política municipal. Me he esforzado por redactarlo mordazmente, he recopilado datos para documentarlo y he buscado enlaces con más información que sustentaban mis tesis, con ánimo de incorporarlos al envío. Los destinatarios eran los miembros del grupo de amigos con el que mantengo la citada tertulia de política tabernera. Tertulia en la que todos, por cierto, coincidimos en los argumentos y que se reduce a apostillar comentarios en el mismo sentido y a encorajinarnos todos juntos.
Pues bien, tras la cuidadosa preparación del envío y cuando ya me deleitaba sobre sus líneas, repasando mi certera crítica, he dudado si debía enviarlo. No por su contenido, no por la recepción del mismo entre mis amigos, en ambos casos de resultado muy satisfactorio, sino por el propio sentido del acto. Y no he conseguido explicarme el objetivo de todo aquello, el valor de enviar este correo, qué podía aportarnos. Ni cuál era el significado de este episodio que iba a poner en acción a varias personas, emisor y receptores, a una tecnología de transferencia, a un sistema de valores culturales y otras variables que no siquiera era ni soy capaz de concebir. De manera que no lo he enviado.
19 septiembre 2013
Abuso del pretérito perfecto
Hoy me he levantado, como cada día de diario, a las ocho y media de la mañana. He apagado el despertador, me he desnudado y he arrojado descuidadamente el pijama sobre la cama. He comprobado que no sufría una erección matutina y me he dirigido al cuarto de baño para ducharme. He descolgado del radiador la toalla que empleo para que no se moje el suelo cuando salgo empapado y la he colocado en el pequeño rectángulo de suelo que queda libre en el cuarto de baño. A continuación he entrado en la ducha y cuando he corrido la cortina, antes de girar los grifos, me he percatado del color marrón amarillento que teñía su parte inferior. Mi costumbre de orinar en la ducha está afectando a la cortina, antes blanca. De manera que la he vuelto a descorrer, he salido y me he sentado sobre el inodoro, en el que previamente he bajado la tapa intermedia. He dejado que el caldo acumulado durante la noche fluyera sin oposición y, sin sacudir ni escurrir, me he levantado con la última gota colgando del prepucio. He tirado de la cadena y he entrado por segunda vez en la ducha. He corrido la cortina y he girado los grifos. Como cada mañana, me ha llevado un buen rato regular la temperatura de la mezcla. Cuando lo he conseguido, me he mojado completamente el cuerpo y el pelo de la cabeza y después me he aplicado champú al pelo y gel al cuerpo, en este orden. Me he enjabonado bien hasta conseguir mucha espuma y después me he aclarado. Luego me he quedado un ratito debajo del agua caliente mientras me acariciaba el pene. He cerrado ambos grifos, me he sacudido un poco el agua del pelo y he descorrido la cortina. Una ráfaga de aire frío ha acuchillado mi cuerpo desnudo. He estirado el brazo y he tomado la toalla del gancho de la pared. Me he secado furiosamente para combatir el frío. Cuando estaba bien seco he vuelto a colgar la toalla en su gancho, he recogido la alfombrilla del suelo y la he colocado en el radiador, he apagado la luz del baño y he vuelto a la habitación. He hecho ejercicios de calentamiento con los brazos: adelante y atrás en horizontal; arriba y abajo a ambos lados del cuerpo de forma simétrica, dando una palmada arriba; en círculos, girando cada brazo en sentido contrario. Luego me he echado al suelo para hacer flexiones. Al bajar en la primera, he sentido el contacto frío de las baldosas del suelo contra el extremo del pene. Como cada mañana, he olvidado ponerme el calzoncillo antes de empezar con las flexiones, así que me he levantado, he abierto el cajón de la ropa interior y he cogido los calzoncillos que estaban arriba del montón. Me los he puesto y he vuelto al suelo a hacer flexiones. Al llegar a la número catorce me ha fallado la fuerza de los brazos y he parado. Me he incorporado y he ido a la cocina. Allí he preparado el desayuno. De un armario he tomado la bolsa de cereales, de otro una cuchara y un tazón y de la nevera he sacado la botella de leche. He retirado la pinza que cerraba la bolsa y he llenado el tazón hasta la mitad. He vuelto a poner la pinza a la bolsa. He desenroscado el tapón de la botella y he vertido leche hasta que ha cubierto los cereales. He sumergido la cuchara en el tazón, he tapado la botella y la he metido en la nevera. La bolsa de cereales no la he guardado. He tomado el tazón y he vuelto al dormitorio. Me he sentado y he encendido el ordenador. Mientras arrancaba, he ido comiendo el desayuno. Cuando ha terminado de procesar, he cargado la página web de las ofertas de trabajo publicadas hoy, a la vez que seguía comiendo los cereales con leche. He ido bajando por la lista de ofertas. Conocía todas menos tres, que no me han interesado. Dos requerían una titulación complementaria que no tengo y la tercera oferta era para un puesto en otra provincia. Entre tanto he terminado el desayuno y he apartado el tazón a un extremo de la mesa. He mirado en otra página web en la que no suelo mirar nunca porque a penas publican ofertas y no he encontrado nada. Luego he leído las noticias en la página web de un periódico. Me he dado cuenta de que el sol entraba con fuerza en el dormitorio y he decidido hacerme fotografías para mi blog pornográfico. Me he quitado los calzoncillos y he sacado del cajón la cámara de fotos digital. Me se situado frente a la pared y he empezado a disparar enfocándome a los genitales. Al principio miraba cada foto, después de hacerla, en la pantalla de la propia cámara, pero al final he disparado simplemente sin revisarlas. He ensayado diferentes ángulos y diferentes posturas. En algunas fotos me agarraba el pene con la mano, o simulaba que me masturbaba. También he jugado con la piel del glande, cubriéndolo y descubriéndolo. Durante la sesión he intentado mantener el pene en erección, para que luciera mejor, pero no ha durado mucho, así que también he tomado varias fotos al pene fláccido. He tirado alguna más, enfocándome al torso y haciendo fuerza con los abdominales, y he apagado la cámara cuando el sol ha dejado de entrar por la ventana. He comprobado la hora y he pensado que todavía quedaba un rato para comer. He descargado las fotos en el ordenador y las he colocado en una carpeta con una ruta muy difícil, para evitar problemas. He borrado las fotos de la memoria de la cámara y la he vuelto a guardar en el cajón. A continuación he ido clasificándolas y seleccionándolas en rodas sucesivas, descartando las tres peores cada ronda. Finalmente me he quedado con catorce fotos que me parecían todas muy buenas. El proceso me ha llevado mucho tiempo y cuando he vuelto a mirar el reloj ya era la hora de comer. He borrado la carpeta con los descartes y he vaciado la papelera de reciclaje. He cargado mi blog y he subido las fotos, colocando cada una en una entrada diferente, que he guardado como borrador para ir publicándolos en las próximas semanas, a razón de uno al día. Después he borrado de nuevo la carpeta con las fotos y he vaciado la papelera.
14 septiembre 2013
Serán ceniza...
Cruzo un desierto y su secreta
desolación sin nombre.
El corazón
tiene la sequedad de la piedra
y los estallidos nocturnos
de su materia o de su nada.
Hay una luz remota, sin embargo,
y sé que no estoy solo;
aunque después de tanto y tanto no haya
ni un solo pensamiento
capaz contra la muerte,
no estoy solo.
Toco esta mano al fin que comparte mi vida
y en ella me confirmo
y tiento cuanto amo,
lo levanto hacia el cielo
y aunque sea ceniza lo proclamo: ceniza.
Aunque sea ceniza cuanto tengo hasta ahora,
cuanto se me ha tendido a modo de esperanza.
José Ángel Valente. A modo de esperanza. 1954.
desolación sin nombre.
El corazón
tiene la sequedad de la piedra
y los estallidos nocturnos
de su materia o de su nada.
Hay una luz remota, sin embargo,
y sé que no estoy solo;
aunque después de tanto y tanto no haya
ni un solo pensamiento
capaz contra la muerte,
no estoy solo.
Toco esta mano al fin que comparte mi vida
y en ella me confirmo
y tiento cuanto amo,
lo levanto hacia el cielo
y aunque sea ceniza lo proclamo: ceniza.
Aunque sea ceniza cuanto tengo hasta ahora,
cuanto se me ha tendido a modo de esperanza.
José Ángel Valente. A modo de esperanza. 1954.
10 septiembre 2013
Busco amigos
de: *****@gmail.com
para: *****@gmail.com
fecha: 2 de septiembre de 2013
asunto: Busco amigos
Hola
No soy un loco, soy alguien que busca amigos. Te lo explico: A mi grupo de amigos le tengo mucho cariño pero, por desgracia, se trata de personas sin inquietudes y sin ningún interés, al margen de pasar toda la tarde jugando a las cartas en la taberna. Yo crecí en un pueblo y después me marché para no volver. Pero ellos se quedaron allí, ocupando los puestos de trabajo de toda la vida que, por herencia o jubilación, quedaban libres. Mis amigos llevan hablando exactamente de lo mismo durante más de treinta años, actuando igual día tras día y esperando que todo siga así durante los próximos cien años. Se casaron con las compañeras del colegio que conocimos con seis años, compraron la casa de al lado de sus padres y han llamado a sus hijos igual que ellos.
Yo ya he renunciado a proponer novedades. Por eso he decidido buscar nuevos amigos. Gente con intereses diferentes, con los que pueda intercambiar experiencias. Me gustaría poder hablar con alguien de lo que pienso, de lo que hago, de lo que me llama la atención y conocer esto mismo de otra persona. Quiero aprender algo nuevo.
No quiero que te sientas violento. No te pido que nos encontremos, ni siquiera que hablemos por videoconferencia a través de internet. Sólo quiero que nos escribamos, que nos contemos cosas que no tienen que ser íntimas. Me vale con curiosidades.
Espero que te interese.
Un abrazo
para: *****@gmail.com
fecha: 2 de septiembre de 2013
asunto: Busco amigos
Hola
No soy un loco, soy alguien que busca amigos. Te lo explico: A mi grupo de amigos le tengo mucho cariño pero, por desgracia, se trata de personas sin inquietudes y sin ningún interés, al margen de pasar toda la tarde jugando a las cartas en la taberna. Yo crecí en un pueblo y después me marché para no volver. Pero ellos se quedaron allí, ocupando los puestos de trabajo de toda la vida que, por herencia o jubilación, quedaban libres. Mis amigos llevan hablando exactamente de lo mismo durante más de treinta años, actuando igual día tras día y esperando que todo siga así durante los próximos cien años. Se casaron con las compañeras del colegio que conocimos con seis años, compraron la casa de al lado de sus padres y han llamado a sus hijos igual que ellos.
Yo ya he renunciado a proponer novedades. Por eso he decidido buscar nuevos amigos. Gente con intereses diferentes, con los que pueda intercambiar experiencias. Me gustaría poder hablar con alguien de lo que pienso, de lo que hago, de lo que me llama la atención y conocer esto mismo de otra persona. Quiero aprender algo nuevo.
No quiero que te sientas violento. No te pido que nos encontremos, ni siquiera que hablemos por videoconferencia a través de internet. Sólo quiero que nos escribamos, que nos contemos cosas que no tienen que ser íntimas. Me vale con curiosidades.
Espero que te interese.
Un abrazo
08 septiembre 2013
Una novia
Por fin.
Trece años más joven.
Mejor. Pero no siempre.
¿Qué puta mierda de blog tienes? ¿Otakus? Pero qué cojones dices... toda esta basura asiática. Los libros que lees, ¿de verdad se vende esto?
Me encanta tu falda.
Te quiero.
¿Tienes que reirte siempre de manera tan estúpida cuando digo: follar?
Y, por favor, ya, ¿podemos follar?
Trece años más joven.
Mejor. Pero no siempre.
¿Qué puta mierda de blog tienes? ¿Otakus? Pero qué cojones dices... toda esta basura asiática. Los libros que lees, ¿de verdad se vende esto?
Me encanta tu falda.
Te quiero.
¿Tienes que reirte siempre de manera tan estúpida cuando digo: follar?
Y, por favor, ya, ¿podemos follar?
06 septiembre 2013
03 septiembre 2013
El primer regalo
Aquellos niños que utilizan la excitabilidad erógena de la zona anal, lo revelan por el hecho de retardar el acto de la excreción, hasta que la acumulación de las materias fecales produce violentas contracciones musculares, y su paso por el esfínter, una viva excitación de las mucosas. En este acto, y al lado de la sensación dolorosa, debe de aparecer una sensación de voluptuosidad. Uno de los mejores signos de futura anormalidad o nerviosidad es, en el niño de pecho, la negativa a verificar el acto de la excreción cuando se le sienta sobre el orinal; esto es, cuando le parece oportuno a la persona que está a su cuidado, reservándose el niño tal función para cuando a él le parece oportuno verificarla. Naturalmente el niño no da importancia a ensuciar su cuna o sus vestidos, y sólo tiene cuidado de que al defecar no se le escape la sensación de placer accesoria. Las personas que rodean a los niños sospechan también aquí la verdadera significación de este acto, considerando como un «vicio» del niño la resistencia a defecar en el orinal. El contenido intestinal se conduce, pues, al desempeñar la función de cuerpo excitante de una mucosa sexualmente sensible, como precursor de otro órgano que no entrará en acción sino después de la infancia. Pero, además, entraña para el infantil sujeto otras varias e importantes significaciones. El niño considera los excrementos como una parte de su cuerpo y les da la significación de un «primer regalo», con el cual puede mostrar su docilidad a las personas que le rodean o su negativa a complacerlas. Desde esta significación de «regalo» pasan los excrementos a la significación de «niño»; esto es, que según una de las teorías sexuales infantiles representan un niño concebido por el acto de la alimentación y parido por el recto. Sigmund Freud. Tres ensayos sobre teoría sexual.
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