22 septiembre 2013

Así lo hago yo

Coloco los pies paralelos, cuidándome de que ocupen homogéneamente su baldosa respectiva y sin rebasar sus límites. Las piernas han de quedar en posición vertical hasta las rodillas, donde se doblan en ángulo recto, alineadas con el asiento. Sobre ellas dejo descansar los codos de manera que los brazos converjan ligeramente, con calculada simetría, hacia las palmas abiertas y enfrentadas de las manos, en las que apoyo las mejillas. Con los ojos cerrados y el gesto concentrado voy bombeando excrementos fuera del cuerpo. Es imperativo que caigan en el centro del sumidero, donde se sumergen sin salpicar apenas. El proceso debe durar lo justo. No me gusta prolongarlo.

(La posterior limpieza del ano es una tarea que, por prolija, se haría demasiado larga de describir aquí.)

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