24 septiembre 2013

El batería de U2


A veces me da por pensar en el cuarto de U2, ese del que nunca nadie recuerda su nombre... el que no es Bono, ni The Edge, ni el bajista que faltó a un concierto. El otro. Ese. Pues me da por pensar que ha consagrado su vida a los Sudokus. Pero no a resolverlos —como todos los cretinos que van en el metro concentrados en su librito de sudokus, pensando que están haciendo algo bueno por su cerebro, que están alejando una enfermedad neurodegenerativa— sino a crearlos. Se ha pasado la vida construyendo los puzles para que luego otros los resuelvan. El tío no se ha enterado de que existen algoritmos informáticos que los diseñan y mediante los que se puede incluso definir su grado de dificultad. El cuarto de U2 se pasa las tardes encerrado en su habitación, colocando números y luego quitándolos progresivamente para que el sistema siga siendo compatible. Y se entusiasma cuando consigue uno difícil.

Y está tan metido en su hobby, tan imbuido, que a veces se le nubla un poco la razón e incurre en situaciones grotescas, como la vez en que fue a ver a Bono llevándole el que, según él, era el sudoku perfecto. El tipo estaba empeñado en que tenían que hacer una canción con aquello y a Bono le daba un poco de apuro decirle la verdad, que la idea era una completa estupidez, así que cometió el error de intentar justificar su negativa apelando a razones primero artísticas y después comerciales, cuando la cosa empezó ya a escapársele de las manos. Pero el cuarto de U2 entendía que en el sudoku convergían por un lado experiencias electrónicas como las que estaban explorando para su nuevo álbum y por otro un cierto clasicismo. Dijo que era un guiño a los fans históricos de la banda y que ellos sabrían entender el arcano que les proponía con este ejercicio de metalenguaje. Trató de convencer a Bono de que era apropiado para meterlo como extra en el disco que estaban trabajando en aquel momento, que terminó llamándose Pop. 

Tras su fracaso, entró en una fase nihilista que ha influido en sus sudokus. Su planteamiento más cínico de la vida ha hecho que desde entonces desarrolle un nuevo tipo de rompecabezas mucho más críptico, en los que ha introducido nuevas variables como combinaciones de letras con números o incluso símbolos inspirados directamente en los jeroglíficos egipcios, mediante los cuales construye mensajes en clave sobre advenimientos trascendentales para la humanidad o simplemente anunciando las fechas de sus nuevas giras. Repetidas veces ha intentado, sin éxito, acreditar sus variantes en un apartado de la entrada 'Sudoku' de la wikipedia. Y hasta hace apenas unas semanas publicaba sus desafíos en una página web anónima —que lamentablemente se encuentra en este momento inaccesible— desde la que entablaba conversaciones alucinantes con los anónimos, en los comentarios de la misma. Allí se mostraba convencido de que el futuro de la música está completamente vinculado al desarrollo de la teoría de grupos del álgebra abstracta.

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