Cojo una cucharada de té y soplo un rato hasta que se enfría. Veo mi cara invertida en el fondo de la cucharilla. Lo pruebo y añado más azúcar.
Luego aprieto muy fuerte el vaso hasta que hago saltar el vidrio. Me corto dos dedos y la palma de la mano. El corte es muy profundo y sangro mucho. Duele. También he manchado el suelo de la cocina con té oscuro, sangre y trozos de vidrio. Me mareo.
En mi móvil no paran de sonar notificaciones de mensajes de whatssap. Una amiga acaba de tener un hijo, ha creado un grupo con todos sus conocidos y está distribuyendo fotos del bebé. Todos la felicitan.
Yo no llegaré a conocer a ese niño.
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