04 octubre 2013

Para eso están los amigos

Ramón, ya lo he intentado dos veces y siempre me sale mal. Ahora tengo miedo de volver a probarlo, por si no lo consigo otra vez. Sería la tercera. Mi madre está hecha polvo. No sólo he arruinado mi vida, también la suya. Por eso necesito que me ayudes. Yo solo no puedo, pero tengo que terminar con esto. Lo necesito. Por favor, ayúdame.

Sí, me encontraban desangrándome y llamaban a la ambulancia. Las dos veces igual. Y mientras estaba tumbado en el hospital, no dejaba de pensar en mi madre limpiando la sangre del baño. Cuando salí la primera vez y volví a casa, me di cuenta de que habían cambiado todas las toallas. Eran nuevas. Supongo que las otras no se pudieron limpiar y hubo que tirarlas.

Me han quedado cicatrices, pero no se ven tanto.

Entonces, ¿me podrías ayudar? Tú no tienes que hacer nada, de verdad, sólo quedarte allí conmigo y asegurarte de que todo sale bien. Ni siquiera tienes que entrar en el baño. Te quedas fuera, en la puerta. Si quieres, podemos hablar mientras me quede fuerza. Sólo tienes que asegurarte de que todo sale bien.

Sí, mi madre tiene una depresión muy fuerte. No quiere salir a la calle y se queda todo el día en casa, llorando. Está yendo al psicólogo. No puedo soportar estar en casa con ella, me pone de mal humor.

Puedes esperar fuera del baño, no tienes que entrar. Sólo tienes que quedarte conmigo.

Pero es que no puedo pedir ayuda a nadie más. Mis padres no me ayudarían, no puedo, a ellos no. Tú eres mi único amigo. Por favor, Ramón.

Ayúdame.

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